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La era de los ofendidos.
Una anciana solterona, con mentalidad muy puritana (es posible encontrarla por vecina en cualquier barrio de la ciudad), llama un día, alarmada, a la policía.
“Policía, hay unos niños bañándose en el arroyo que corre por mi casa ¡y están desnudos! ¿No podrían hacer algo contra semejante escándalo?”. Los policías acuden hasta el lugar de los hechos, explican a los niños el problema y estos, muy comprensivos, se desplazan corriente arriba, a un lugar más despoblado. Sin embargo, a los pocos minutos la policía recibe una nueva llamada de la misma señora: “Policía, ¡desde mi casa se siguen viendo a los impúdicos muchachos esos! ¡Incluso se pueden oír a veces sus escandalosos gritos! ¿No les habían advertido bien al respecto?”. De nuevo, la policía se hace presente donde los niños juegan y ríen, ajenos al sufrimiento de una respetable mujer. Como son buenos chicos, no tienen problema en volver a desplazar su lugar de juegos, está vez a un par de cientos de metros más del antiguo lugar. Pero, unos instantes más tarde, la policía vuelve a recibir una llamada de la anciana: “Policía, vuelvo a llamar por el mismo asunto. Y es que, si me subo a la azotea de mi casa y utilizo unos prismáticos, ¡sigo viendo a esos indecentes!”.
Lo anterior es mi peculiar parafraseo de un viejo chiste entre filósofos, el cual ha sido tomado por Fernando Savater en algunas de sus obras. Y, aunque pudiéramos considerar la situación como algo remoto y arcaico, como metáfora está presente en nuestros días de manera prolífica.
Ver un desnudo frente a nuestra casa, en la esquina de nuestro barrio, en la otra punta de la ciudad o en un rincón recóndito del mundo pero acercado a nosotros por internet, nos ha sumergirnos en un mundo de indignación, nos permite enarbolar la bandera de la prohibición por no estar acorde a nuestra moral, ¡y se tiene que respetar pues, todos tenemos derecho a una opinión… y eso es respetable! Comienza la era de los ofendidos.
#SiembraUnLibro Segundo libro
Este libro sí me pesó. Es el primer que obtuve, y el único que tengo de Toño Malpica. Debo admitir que no es “nuevo”, fue adquirido en la Feria del Libro Usado y Antiguo que organizan en la ciudad de Guadalajara, festival donde se pueden adquirir geniales obras a un precio bastante accesible. Espero este año poder reseñar el evento.
Quizá por lo anterior fue que me animé a elegir ese libro como el segundo a regalar: no solo es una excelente lectura para niños o adultos, y espero este sea encontrado por un niño, también tiene mucha más historia que las que sus páginas pueden contar; “perteneció” a alguien más, alguien que seguramente lo disfrutó mucho y por azares del destino terminó en mis manos, ahora, con algo de suerte terminará en manos de otra persona que espero logré ver esta nota y se entere de que es parte de una cadena de buenas emociones entre sus páginas.
Sí, esta es una de las muchas razones por las que me gustan este tipo de movimientos: generan muchas historias. Y éstas, al final del día, es lo único que nos queda en este mundo.
El Diario de un Loco. Teatro.
De esta puesta en escena me entere por medio de las redes sociales, al ser “amigo” de la Casa de la Cultura de mi ciudad me llego la invitación y de inmediato la agende… ¿serán que las redes sociales al no estar al alcance de todos no facilitan la promoción de estos eventos?
“Diario de un Loco la historia de…” algo así vino a mi memoria de inmediato. Extraños recuerdos de un anuncio (casi estoy seguro) de televisión, anunciando esta misma obra me parece en el estado de México, quizás el inconsciente o la curiosidad, pero faltando media hora para la cita pactada ya me encontraba haciendo fila para poder entrar al auditorio.